viernes, 28 de enero de 2011

alla en lo alto: ÑARY

El día llegó, el quizá y el tal vez desaparecieron luego de que Miguel y Carmen me animaran a realizar esta ruta, es domingo, el frescor de la mañana nos advierte que será un bello día, comenzamos entonces a pedalear, nos dirigimos hacia Simbal, al llegar es hora de desayunar –unos panes con huevo y un vaso de quinua en la esquina de la plaza cumplen este objetivo-, animados partimos, la blancura de “La Calera” reflejan los primeros rayos de sol, avanzamos, “Cerro Prieto” es el próximo punto, lo pasamos, la energía de la naturaleza anima nuestros músculos ya esta en el horizonte “Collambay” –el desvío-, lo tomamos, es la ruta a Ñary, un descenso espectacular, entre espinos y escasa vegetación hasta llegar a una planicie que solo esta limitada por cerros, esta es la ruta, las cactáceas son las compañeras de ruta, desde aquí, continuamos, pinchamos –gajes de este deporte-, todavía no nos abate el sol, el ánimo a tope, la planicie se va estrechando poco a poco, ingresamos ahora a un sendero que nos abre el paso entre los cerros ya el agua nos dijo adiós hace rato. Ellos hacen referencia a su visita a Ñary el verano pasado: “un bosque pronto nos saltara a la vista”, es cierto en medio de aquel paisaje agreste va surgiendo paulatinamente las figuras de mangos, guabas y naranjos, es en definitiva una chacra, tenemos suerte el dueño esta allí, nos regala naranjas, son una delicia aprovechamos y descansamos un poco, ahora si estamos listos comienza la subida vaya un espectáculo, el sendero asciende a la vera de un cerro dejando ver al costado el bosque y como fondo un telón de cerros, subimos ya el sol esta fuerte, paramos en un recodo, Miguel señala en lontananza un pequeño sendero apenas perceptible, ese es el camino que recorrimos el año pasado de Paranday a San Ignacio dice. Continuamos, la subida es pronunciada, es acá donde nos gusta estar –subir, combatir contra el cansancio, saber que llegaremos, saber que nos fundimos con la naturaleza- esto es definitivamente el mountain bike, ya no conversamos, cada uno esta atento a su resistencia, a cada golpe de pedal a la respiración, aprovechamos el mínimo esfuerzo, vemos algunas casas en la cima de un cerro, ¡ahí es Ñary! Esta lejos aún, el último kilómetro es duro parecería que no llegamos nunca, pero ya esta allí una curva una subida más, llegamos. El pueblo es pequeño, enclavado en esta semi meseta, las calles tienen un desnivel pronunciado, tienen una escuela primaria, –nos cuentan que si deciden estudiar secundaria tienen que ir a vivir a Simbal o a Trujillo-, tienen agua potable, la luz eléctrica esta por llegar, ya postes y cables están tendidos solo falta la energía, ingresamos luego a una tienda, unas galletas, una Oro de 3 litros, fotos de rigor y el deseo de hacer nuevamente esta espectacular ruta, nos acompaña en nuestro retorno.








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