miércoles, 4 de mayo de 2011
No me gusta el futbol - Ruta Pachin Alto - La Cuesta
Otuzco es un destino para muchos, para nosotros esta vez fue el inicio. Nos dirigimos hacia Pachin Alto, son las 8 de la mañana y partimos, estos días ha llovido la carretera esta libre de polvo y presenta algu
nos charcos desde el inicio ya sabemos que todo será subida, la naturaleza nos recibe con los primeros rayos solares, cada kilometro esta señalizado con hitos comenzamos a visualizar en lo alto algunas casas, el primer punto que pasamos es el desvió a Sanchique, luego llegamos al caserío de José Gálvez el común denominador es lo verde que esta todo –en nuestra serranía los colores de los paisajes vienen marcados profundamente con las estaciones-, continuamos la ruta y ahora esta delante de nosotros Cuyunday con su laguna artificial las casas salidas de cuentos con pobladores amables y muy buen clima toda una delicia escalar, la ruta nos impone ahora un largo tramo de subida más pronunciada aún, es la ruta a Pachin Alto, aceptamos el desafió y podemos ahora si ver en el horizonte las imágenes de los tejados del pueblo de Pachin, al llegar el clima ya esta cambiando, s
e siente ese frio característico de la sierra, almorzamos y deliberamos sobre que hacer: continuamos? –es todavía temprano-, nos quedamos? –las nubes nos señalan que pronto lloverá?, lo decidimos y continuamos, la ruta cambia notablemente, se vuelve mas agreste, esta todo lleno de lodo, además que el frio se ha incrementado, el ichu hace su aparición en todo el paisaje, algunos pastores nos muestran la ruta continuamos tratamos de encontrar el camino que nos lleve hacia La Cuesta, lo hallamos ahora es descenso –alivio para piernas cansadas- nuestra respiración se hace mas tranquila estamos bajando, pero…. Comenzó a llover, y… la neblina lo envuelve todo, no se distingue nada mas allá de 2 metros, la ruta es super interesante es lo que se podría llamar una ruta fantasmal, la duda es? Que hora es? Miramos y nos parece increíble que solo sean las 4 de la tarde, parecería las 7 de la noche, avanzamos rápido hasta que nos tocamos con el primero de muchos derrumbes, para esto el sendero ya es una línea que borde el cerro hay que tener cuidado a la izquierda esta la montaña y a la derecha un desfiladero con un fondo tan profundo que solo se ven unas nube en el interior, los derrumbes son otra cosa, difíciles de sortear, ahora nos transformamos en acróbatas, cada roca esta inestable nos ayudamos de las bicis para pasar pero es peligroso todo resbala y todo pesa mas de lo habitual, son muchos derrumbes y ya nos cae la noche, son las 6 se filtra entre la bruma algunos últimos rayos solares, encontramos por fin a unos pobladores que nos preguntan: ¿Qué hacen?, deporte respondemos, y ¿porque hacen esto? : "Nos nos gusta el futbol"; ellos nos confirman que si es la ruta a La Cuesta, seguimos, de pronto no se ve nada, la oscuridad llego estamos ciegos, tenemos una linterna –veremos si lo que la etiqueta dice es cierto-, funciona y bastante bien, ahora si ya no tenemos alternativa comenzamos a caminar, difícil de describir no se ve nada solo reflejos que son los charcos de lodo, esta caminata se prolonga mas de lo que pensábamos, fueron 2 horas hasta llegar a La Cuesta, es ahora diferente, hay luz eléctrica buscamos donde dormir y luego conseguir donde comer algo ya que solo tomamos un frugal desayuno y el almuerzo en Pachin fue un atún que compartimos, nos acogen en una vivienda –muy amables las personas- una sopa de fideos y un te nos recomponen ahora si a dormir el día a sido largo; es viernes despertamos temprano, hace frío pero la vista nos presenta un paisaje de esos que uno recordara siempre, vemos por donde descendimos la noche anterior, agradecemos el hospedaje y partimos, esta vez la ruta es totalmente conocida un descenso rápido y ya estamos a viendo la silueta de Simbal, nos alegra saber que llegamos, pero a la vez nos embarga la tristeza de que pasara algún tiempo para poder intentar una ruta nuevamente así de espectacular.
viernes, 28 de enero de 2011
alla en lo alto: ÑARY
El día llegó, el quizá y el tal vez desaparecieron luego de que Miguel y Carmen me animaran a realizar esta ruta, es domingo, el frescor de la mañana nos advierte que será un bello día, comenzamos entonces a pedalear,
nos dirigimos hacia Simbal, al llegar es hora de desayunar –unos panes con huevo y un vaso de quinua en la esquina de la plaza cumplen este objetivo-, animados partimos, la blancura de “La Calera” reflejan los primeros rayos de sol, avanzamos, “Cerro Prieto” es el próximo punto, lo pasamos, la energía de la naturaleza anima nuestros músculos ya esta en el horizonte “Collambay” –el desvío-, lo tomamos, es la ruta a Ñary, un descenso espectacular, entre espinos y escasa vegetación hasta llegar a una planicie que solo esta limitada por cerros, esta es la ruta, las cactáceas son las compañeras de ruta, desde aquí, continuamos, pinchamos –gajes de este deporte-, todavía no nos abate el sol, el ánimo a tope, la planicie se va estrechando poco a poco, ingresamos ahora a un sendero que nos abre el paso entre los cerros ya el agua nos dijo adiós hace rato. Ellos hacen referencia a su visita a Ñary el verano
pasado: “un bosque pronto nos saltara a la vista”, es cierto en medio de aquel paisaje agreste va surgiendo paulatinamente las figuras de mangos, guabas y naranjos, es en definitiva una chacra, tenemos suerte el dueño esta allí, nos regala naranjas, son una delicia aprovechamos y descansamos un poco, ahora si estamos listos comienza la subida vaya un espectáculo, el sendero asciende a la vera de un cerro dejando ver al costado el bosque y como fondo un telón de cerros, subimos ya el sol esta fuerte, paramos en un recodo, Miguel señala en lontananza un pequeño sendero apenas perceptible, ese es el camino que recorrimos el año pasado de Paranday a San Ignacio dice. Continuamos, la subida es pronunciada, es acá donde nos gusta estar –subir, combatir contra el
cansancio, saber que llegaremos, saber que nos fundimos con la naturaleza- esto es definitivamente el mountain bike, ya no conversamos, cada uno esta atento a su resistencia, a cada golpe de pedal a la respiración, aprovechamos el mínimo esfuerzo, vemos algunas casas en la cima de un cerro, ¡ahí es Ñary! Esta lejos aún, el último kilómetro es duro parecería que no llegamos nunca, pero ya esta allí una curva una subida más, llegamos. El pueblo es pequeño, enclavado en esta semi meseta, las calles tienen un desnivel pronunciado, tienen una escuela primaria, –nos cuentan que si deciden estudiar secundaria tienen que ir a vivir a Simbal o a Trujillo-, tienen agua potable, la luz eléctrica esta por llegar, ya postes y cables están tendidos solo falta la energía, ingresamos luego a una tienda, unas galletas, una Oro de 3 litros, fotos de rigor y el
deseo de hacer nuevamente esta espectacular ruta, nos acompaña en nuestro retor
no.
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